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De rodillas

Las rodillas en el suelo
cuando llego a su presencia,
mucho más que reverencia
son un gozo, no flagelo.

Del que reina allá en el cielo,
cuya obra a la vista,
de su amor por mí, es pista,
¿estar cerca, no es anhelo,
bien cerquita así sin velo?
Aunque duras sean las sillas
y sus cojines sean de astillas,
sentado no molestará;
e hincado, no perturbará
que en el piso  haya gravillas.

Contemplando maravillas,
no hay artrosis ni hay edad;
con Él en intimidad,
ya no duelen mis rodillas.

Amén.

Prisa

(Proverbios 21,5: Los proyectos del hombre laborioso son pura ganancia, mas el que se precipita acaba en la indigencia)
Hoy no ha sido un día bueno;
es tanto el ajetreo
que ya casi me mareo
y ya copio el ajeno
caminar en desenfreno.
¡Prisas; todo anda de prisa
y la gente hasta se pisa!
Muy cargada está la agenda
y no venden tiempo en tienda,
¡cuánta falta hace una Misa!

Sublime experiencia

(Juan 6,51a: Yo soy el pan vivo bajado del cielo)
Sublime experiencia;
¿el cielo está aquí
o fui yo que subí?;
¡sentir yo la esencia
que hay en tu presencia!:
tu Cuerpo comí,
tu Sangre bebí,
Señor, ¡qué vivencia!

De agua, una gota

(Marcos 14,24: Y les dijo: Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos)
Es minúscula cosa
que, por sí sola, su costo no cuenta
cuando es abundosa;
el valor se le aumenta
al participar en mezcla sangrienta;

así, de agua, una gota,
que es vertida en el cáliz sobre el vino
signo es de la cuota
nuestra en algo divino:
Dios que se encarna en nuestro camino.

Es momento ritual
importante en la Eucaristía:
Santa Sangre en el grial,
la que Cristo vertía,
con un poco de la sosa agua mía.

Banquete

(1 Corintios 10,17: Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan)
A un famélico enjambre
se les ofrece un banquete al que llego;
tienen almas con hambre,
necesitan sosiego;
lo mismo que yo, por eso me agrego.

Allí los camareros,
de ángeles, legiones muy sonrientes,
que en nada son austeros
y a todo están pendientes,
le sirven un manjar a los presentes;

platillos exquisitos:
santo oráculo y Buena Nueva,
todos ellos gratuitos
junto al Pan que renueva
que es servido al final y al cielo lleva.

Y después el envío:
"Ite Missa Est", pueden irse ya,
en paz y sin desvío;
así a todos llegará
el festín en que el Señor se da.

Desigual sube y baja

(Lucas 22,19: Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía»)
Desigual sube y baja:
suben los llantos junto a los ruegos,
dolor con ellos viaja,
igual los vanos egos
y también suben los desasosiegos;

acarrean pecados
del pensamiento, de obra y omisión
que, a Dios, son desagrados;
a su ley, infracción;
son aceptados si hay contrición;

baja, entonces, perdón
de Dios; es anulada la condena;
es conmiseración
aún merezca gehena;
nuestra miseria no le es ajena;

también baja el mensaje
de Dios; Palabra que siempre es veraz
que, contrario al ultraje,
la falsía y lo mendaz,
es voz que trae paz, viva y eficaz.

Luego sube la ofrenda
de un escaso valor material
lejano a oro o prenda:
aun de trigo de erial,
pan, y nuestro humilde vino en grial;

y al momento central,
del Espíritu, baja la unción;
rito sacrificial
en la consagración
de la Eucaristía en comunión.

Dios nos da la ventaja;
a nosotros, el saldo es positivo;
lo que damos es paja
y Él nos da un Pan vivo:
Cuerpo y Sangre de Cristo en donativo.

¡Sé que estás aquí!

(Juan 6,37: Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré)
¡Sé que estás aquí!
Como novio en cita
con su noviecita,
esperas por mí.

¡Siempre mi tardanza!;
y peor, hasta ausencia,
frialdad de demencia
y desesperanza.

Pero hoy tu presencia
me quita los velos,
derrite mis hielos,
me imparte tu esencia;

mantenme así;
Pan vivo del Cielo
bajado a mi suelo.
¡Sé que estás aquí!

Amén.

Con ropa de pan

(Juan 6,33: porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo)
Señor, que este Pan del cielo,
alimento en que te das,
no me sea escaso jamás
hasta que a Ti emprenda el vuelo;
él satisface mi anhelo
de verte; que es, de hoy, mi afán;
y aunque con ropa de pan,
divina es toda su esencia:
tu Cuerpo y Sangre en presencia,
ahí consagrados están.

Amén.


Hoy acudo a tu presencia

(Juan 6,35: Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed)
Hoy acudo a tu presencia,
Señor, dame un abrazo
que me ate como un lazo
para que evite mi ausencia
pues con ella se desprecia
este divino contacto
íntimo, sublime y grato,
que me llena de tu esencia.

Falta grave: inasistencia
ante el Cuerpo y Sangre santo
de alguien que me ama tanto;
 mía fue la negligencia.
Un examen de conciencia
hoy me lleva a hacer un pacto
y a cumplirlo ipso facto:
¡Contigo, la unión se aprecia!

Amén.

Me he detenido

(Juan 15,5b: sin mí, no pueden hacer nada)
Señor me he detenido;
¡pesadez es horror!
Sin tu empuje motor,
este andar no prosigo.

Y a solas contigo,
este encuentro, Señor;
desigual esplendor:
de mi sombra y tu brillo.
No es nada equitativo
pues yo traigo dolor,
del pecado el hedor,
y además mis conflictos;
y Tú, tan receptivo,
no me niegas tu amor,
y me imprimes tu olor
llamándome amigo.

Las penumbras se han ido,
se las llevan tu albor;
y, vencido el sopor,
ya retomo el camino.

Amén.

Faltante

(Mateo 26,26: Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo»)
Sin ti, nada es igual,
gran faltante que hoy se siente
como de un Cielo silente:
no oigo tu voz habitual.

Sin acto penitencial,
ni proclama de Palabra;
sin un Prefacio que abra
la Plegaria del ritual
que convierte el celestial
Pan que tanto mi alma ansía.
La paz que se compartía
no se siente, ¿dónde está?;
encontrarla quiero ya;
sin ella: ¡vida vacía!

¡Sacramento, vida mía!,
apagado estoy sin Ti;
no quiero seguir así.
¡Me haces falta, Eucaristía!

¡Cuánto contraste!

(Lucas 22,19: Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía»)
Para el alma una dulzura,
aunque era pan, sin sal y ázimo;
desde el cielo, lo máximo,
alimentando a tu hechura
que, ante ti, soy miniatura
y, para que crezca, quedaste.
¡Oh, Señor, cuánto contraste
de comida y comensal!
¡diste ascenso celestial
a quien se había ido al traste!

Mirada tierna

(Lucas 22,61: El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Este recordó las palabras que el Señor le había dicho: «Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces»)
Con esa mirada tierna
que, al negarte, a Pedro diste,
así al volver me recibes
aún te haya causado pena;
por mí, estás a la espera,
para sanar las heridas
que cada día mis caídas,
tu sangre, de nuevo vierten;
por eso regreso a verte,
¡oh, Sacramento de vida!

Desigual intercambio

(Juan 6,56: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él)
A mi favor, desigual intercambio,
donde, tu Cuerpo y tu Sangre, es ofrenda,
yo, por mi parte, no doy nada a cambio;

Tú eres dación de rescate, la prenda
por mí, a quien el pecado marchita,
esclavizado, fuera de tu senda;

mas, tu bondad, el amor no me quita,
y permanece, por mí, en espera,
como a la amada en cita bendita;

ya que, de ti, no quiero estar fuera,
del pecado, del maligno, excremento,
dame, Señor, el perdón que libera;
y sáciame con tu Pan Sacramento.

Amén.

De tu festín quiero comer

(Mateo 14,20: Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas)
De tu festín quiero comer;
no sólo pan y algo de pez,
Pan de vida, quiero esta vez;
ese que sana el padecer
cambiando, a un hoy, mi raro ayer;
porque es también medicamento,
además de santo alimento;
es íntima aproximación
a lo divino en comunión.
¡Es Sacrosanto Sacramento!

Amén.

Valioso tesoro

(Mateo 13,44: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo)
¡Gran ventura mía!;
valioso tesoro,
más que perla, oro,
y que agua en sequía
para seca ría.
Ahora no demoro,
pronto me enamoro
con gran alegría
de tu compañía.
Ya en tu Reino moro
y hasta oigo el coro
y una sinfonía
con bella letanía
cuando yo te adoro,
Señor, mi tesoro,
en la Eucaristía.

Amén.

Ante la presencia eucarística

(Lucas 9,16b: los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud)
Hoy aquí ante la presencia eucarística
en la cercanía del Pan de los Cielos,
es un torrente de paz que yo siento
en una comunicación tan íntima.

Jesús, en esta humilde especie física
se queda como fuente de consuelo
de los que estamos en gran desespero,
sin que pierda Él su grandeza intrínseca.

Por eso hoy al que, por mi, fue la victima,
yo aquí en adoración le venero
mientras que con su presencia me lleno
en una indescriptible aura tan mística.

Tu cuerpo y sangre en divino menú

(Juan 6,55: Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida)
Tu cuerpo y sangre en divino menú;
en que, del gran sacrificio, el cordero
en ofrenda de amor, te entregas Tú.

Sin perder nunca tu celestial fuero
dejas un signo lleno de virtud
donde eres comida y camarero;

es plato fuerte que me da salud,
con aderezo de amor y piedad,
con el que das vida en infinitud.

Tu cuerpo y sangre, comida en verdad,
Sacramento en que Tú llegas a mí;
probar ahora, ¡qué oportunidad!,
el manjar del cielo, ya desde aquí.

Amén

Pan que es carne

(Juan 6,51: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo»)
Pan que es carne, de harina celestial;
es desde el cielo un obsequio divino,
puesto que de Dios es de quién provino
y que lo ofrece a todos por igual.

Al consumirlo me puedo salvar;
es alimento para ese camino
que me conduce a feliz destino
que es, con Cristo, poder siempre estar.

Amén.

De ese pan que da vida

(Juan 6,40: Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día)
Yo quiero de ese pan que da vida
que se nos ha mandado del cielo,
el comible boleto de vuelo
que sirve de pasaje de ida.

Al dársenos como una comida,
al viajero sirve de alimento;
y siendo más liviano que el viento,
hace la travesía fluida.

El piloto lo da a quien lo pida
porque siempre busca pasajeros
que deseen trasladarse a su Reino
donde Él les ofrece eterna vida.