A un famélico enjambre
se les ofrece un banquete al que llego;
tienen almas con hambre,
necesitan sosiego;
lo mismo que yo, por eso me agrego.
Allí los camareros,
de ángeles, legiones muy sonrientes,
que en nada son austeros
y a todo están pendientes,
le sirven un manjar a los presentes;
platillos exquisitos:
santo oráculo y Buena Nueva,
todos ellos gratuitos
junto al Pan que renueva
que es servido al final y al cielo lleva.
Y después el envío:
"Ite Missa Est", pueden irse ya,
en paz y sin desvío;
así a todos llegará
el festín en que el Señor se da.