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¿Hasta cuándo, Señor?

(Del poeta español Ricardo León (1877-1943))
¿Hasta cuándo, Señor, en este olvido,
cárcel del alma, viviré? ¿Hasta cuándo

tu dulce rostro me estarán celando
la noche y las tinieblas del sentido?

¿Hasta cuándo, en las sombras oprimido,
con crudas ansias te andaré buscando,

mientras escucho el implacable bando
y de sus flechas el mortal silbido?

¡Mira y óyeme, oh Dios! Triste y herido
de amor y muerte, en las tinieblas ando

de la noche sin luz, desfallecido.

Pájaro ciego, errante y perseguido
que busca ansioso de tu pecho blando

las suaves plumas y el calor del nido.

Dios nos habla a todas horas

(Del poeta español Ricardo León (1877-1943))
Dios nos habla a todas horas
con suavísimos acentos.
Nos habla como a hurtadillas,
nos habla como en secreto,
con un rumor tembloroso
de canciones y de besos.
Mas andamos distraídos
y escucharle no sabemos.

Hay que vivir de rodillas.
Hay que vivir en acecho
de esas palabras tan dulces,
de esos avisos tan tiernos.
Hay que vivir siempre en vela,
puesta la mano en el pecho;
siempre alerta los oídos
y los párpados abiertos.
Hay que despertar al ángel
que todos llevamos dentro,
mientras la bestia se rinde
vencida del torpe sueño.

Todo es amor, todo es vida,
todo es altar, todo es templo...
Dios camina por el mundo,
recorre nuestros senderos,
se alberga en nuestros hogares,
vive en nuestros aposentos,
y en la sombra de la noche
se acerca hasta nuestros lechos.

De lo profundo

(Del poeta español Ricardo León (1877-1943))
  De lo profundo de mi pecho clamo
plañendo en las tinieblas mis gemidos.
Oye, Señor, no cierres tus oídos,
que con angustia y con pavor te llamo.

Ve el dolor, la vergüenza en que me inflamo,
no mis maldades; oye mis quejidos
como avecicas nuevas que en sus nidos
hoy ya saben piar a tu reclamo.

Si a solas nuestras culpas atendieres,
¿quién podría aguardar que le asistieres?
Mas la efusión de tu piedad nos salva.

Y, así, esperando en ti, mi pecho vela
como espera en la noche el centinela,
con miedo y con afán, que rompa el alba.