Para Ti no hay vencedores ni vencidos,
no hay naciones ni razas,
no hay inteligentes ni torpes,
no hay pobres ni millonarios.
Tú a todos nos abrazas en la tierra;
de todos tomas el alma;
de todos, Señor, sacas flores.
Yo te pido que me hagas piadoso;
que mi dolor nada sea junto al dolor de mi prójimo,
que ni odie ni desprecie.
Haz que me duelan las carnes con frío,
las carnes de los que no tienen ropa;
arráncame de la lujuria,
de la vanidad y la soberbia.
Quítame, Dios mío, de la ira
y de sus terribles hogueras.
Tanto en la vida como en la muerte,
no me niegues, Señor, el sosiego.
Dame la paz que enguirnaldan tus ángeles
bajo el mediopunto del iris.