(Juan 6,39: La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día)
Lejos huyó obscuridad
con aquel funesto capuz
cuando volvió a brillar la luz
con el triunfo de la verdad.
Ahora exulte la cristiandad,
¡ha resucitado el Señor!;
démosle la gloria y honor
a Él; ¡no pudo vencerle el mal!
Desde ahora todo mortal,
al cielo, tiene un ascensor.
Amén.
Amén.