(Composición, con cierta dosis de humor que exhorta a la sencillez en la oración, del poeta español León Felipe (1884-1968))
-Aquí en el cielo no hay retórica, ¿verdad ?,
le pregunto a un ángel amigo mío.
Todos los ángeles son amigos míos,
pero a éste no le había visto nunca.
El ya me conocía, sabía mi nombre y mi mote,
pero me dijo: —No, León Felipe,
aquí todos hablan con su voz natural.
Nadie engola la voz.
Aquí no hay temores,
ni falsete,
ni retórica,
ni hipérbaton.
A Quevedo y a Góngora
los hemos mandado al Olimpo.
Sencillez, claridad;
la voz es lo que Dios cuida más.
-Pero si Dios no habla nunca;
yo le he llamado muchas veces
y nunca me contesta.
-Porque no le hablas con la voz que a El le gusta.
Tú gritas mucho...,
y a Dios, como a los mexicanos,
no le gusta que le hablen «golpeado».
Modérate, modérate, León Felipe,
y habla más bajo.
Ya habréis notado
que desde que salí del infierno
y soy amigo de los ángeles
hablo de otra manera.
Esto me enseña
que me voy a morir pronto
y que estoy aprendiendo
cómo se debe hablar con Dios.