He experimentado que cuando me determino a hacer algo por Dios,
aunque sienta que me cuesta horrores el comienzo,
el mismo Dios viene luego en nuestra ayuda dándonos gran alegría
en aquello mismo que nos ocasionaba espanto.
Jamás hay que dejar de llevar a la práctica una buena inspiración por los miedos que nos acometan,
siempre que esos buenos proyectos vayan sinceramente dirigidos hacia Dios.