y los cielos destilen su rocío.
Que renueven los astros su atavío
y el nuevo sol, su refulgente gloria.
Que nazca el Niño Dios. Su ejecutoria
no es un trono de fuerza y poderío,
ni ambición terrenal, ni desafío,
ni doctrina caduca y transitoria.
Brote la salvación,sea el Mesías
luz perenne y aurora que alborea
en el umbral de un tiempo nunca visto.
Y así nace, según las profecías,
sobre el pesebre de una oscura aldea
la sencillez y la humildad de Cristo