Además de la autoridad para atar y desatar en cielo y tierra, Pedro recibió de Jesús el encargo de apacentar las ovejas del rebaño. En ese sentido, hoy celebramos su función delegada de pastor que se ha transmitido por sucesión en la Iglesia por casi 20 siglos. En el Oficio de Lectura de la Liturgia de las Horas se enuncia el siguiente himno:
Dichoso Pedro, fiel pastor; recibe
las preces nuestras; rompe las cadenas
de nuestras culpas, tu que recibiste
poder de abrir los cielos y la tierra.
Al Uno y Trino sempiterna gloria,
honor, poder y jubilosos himnos,
porque él mantiene en unidad al mundo,
por todo el curso de incontables siglos. Amén.