(Juan 19,17-18a: Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota». Allí lo crucificaron)
El incómodo madero,
que no tiene ergonomía,
incrementa la agonía
con dolor aún más severo;
y esos clavos, ¡oh Cordero!,
te procuran muerte lenta,
pero sumamente cruenta
con un sufrimiento recio.
Me salvaste a alto precio;
¡lo tenga yo siempre en cuenta!
Amén.
Amén.