(Marcos 1,12-13: En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.)
Tentaciones del desierto,
tendremos nuestra parte;
es venciendo ese ataque
que se logra lo bueno.
El maligno está al acecho
no sólo con los panes,
o provocando el hambre,
ni se limita al cuerpo.
También nos tienta el ego,
el afán de encumbrarse,
o la pretensión gobernante
contra el Dios verdadero.
Sucede todo el tiempo,
en todas las edades,
también en todas partes,
hasta que hayamos muerto.