(Isaías 9,5: Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz»)
Hoy veo todo diferente:
la belleza en plenitud
radiada de excelsitud;
¡Cómo ha cambiado el ambiente!
Siento que aquí, hasta la gente,
luce, en un nuevo atavío,
reflejos de un señorío
tan palpable y tan luciente
que hasta en el aire se siente.
Vengan cantos melodiosos
con acordes contagiosos;
no haya lutos ni capuces,
y abundantes sean las luces
con colores bien vistosos.
Recibamos bien gozosos
al niño Dios; ¡Navidad
haya en todos, de verdad,
y nos haga esplendorosos!
Amén.