el aire se hizo carne, los rosales
desangraron sus rosas virginales
para crear tu piel silente y pura.
Desparramó la brisa su ternura,
la luz cuajó en tu forma sus cristales,
la luna derramó sus manantiales
para crear en Ti nuestra ventura.
Divinidad que, tan pequeña y suave,
se hace niña en tu carne redentora,
en lo infinito ni siquiera cabe.
En Ti la eternidad tiene su aurora,
En Ti nada se halla que se acabe,
oh, alba de Dios, que entre la paja llora.