Abran las puertas

(Lucas 2,22-23: Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor")
Ahí vienen José y su familia,
cumple la ley, como buen judío;
María y el crío que reconcilia
con Dios, completan el santo trío.

Abran las puertas, entra grandeza:
traen al Mesías, nacido en Belén,
que tiene ya la gracia y pureza
y hoy entra al Templo en Jerusalén.

Aunque esperan, no saben quién es;
oiganlo bien: ¡Jesús es su nombre!
y trae la salvación para el hombre;
y como pobres, su don no es res,

la familia entrega dos pichones.
Humilde donación ofrecida;
después el niño dará su vida,
y, de su Santo Espíritu, dones.