Cuando empieza la tormenta

(Juan 6,17: El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento)
Cuando empieza la tormenta
tu llegada me conforta,
y si es fuerte no me importa
porque Tú eres quien la enfrenta.

Y si la duda comienza
tu Palabra la controla
para que, del temor, la ola,
de ningún modo me venza;

el consuelo de un "no temas"
asegura mi custodia,
contra el temporal, ¡victoria!:
se doblegan los problemas.

Señor, pronta es tu asistencia,
sobre todo auxiliadora,
ya la mar se encuentra ahora
sosegada en tu presencia.