Te alegres, María...
repito y repito,
sea alto o bajito,
en bella armonía;
le digo a María
el saludo aquel
del Ángel Gabriel,
dicho en sinfonía.
Una y otra cuenta,
misterio tras otro;
no hay que ir como un potro:
¡qué el rezo se sienta!
Te alegres, María...,
en bella armonía.
Amén.