(Comentario de san Ambrosio, obispo)
Al comienzo del Libro está escrito de mí. Efectivamente, al comienzo del antiguo Testamento está escrito de Cristo que vendría para hacer la voluntad de Dios Padre relativa a la redención de los hombres, cuando se dice que Dios formó a Eva –figura de la Iglesia– como auxiliar del hombre. ¿Dónde si no podríamos encontrar ayuda mientras nos hallamos sometidos a la debilidad de nuestro cuerpo y a las turbulencias del mundo actual, más que en la gracia propia de la Iglesia, y en nuestra fe por la cual vivimos?
Al comienzo del Libro está escrito: ¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Quién sea este que así habla o a qué se refiere este sacramento, escucha a Pablo cuando dice: Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Por eso exhorta al hombre a que ame a su mujer como Cristo ama a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. ¿Puede haber salvación mayor que estar con Cristo y adherirse a él en una concreta unidad corporal, en la que no hay mancha ni huella alguna de pecado?
Al comienzo del Libro está escrito que Dios se fijó en la ofrenda del justo Abel, pero no se fijó en la ofrenda del fratricida. ¿No significó abiertamente que el Señor Jesús iba a ofrecerse por nosotros, para consagrar en su pasión la gracia del nuevo sacrificio y abolir el rito del pueblo fratricida? ¿Hay algo más expresivo que el hecho mismo de que el santo Patriarca ofreciera al hijo e inmolara un carnero? ¿No manifestó abiertamente que habría de ser la carne, y no la divinidad del Unigénito de Dios, la que tendría que ser sometida al tormento de la sagrada pasión?
Al comienzo del Libro está escrito que iba a venir un hombre con poder sobre las potestades celestiales. Lo cual se cumplió cuando el Señor Jesús vino a la tierra y los ángeles lo servían, como él mismo se dignó decir: Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Al comienzo del Libro está escrito: Será un cordero sin defecto, macho, de un año; toda la asamblea lo matará. Quién sea este cordero, lo habéis oído cuando se nos decía: Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es el que fue muerto por todo el pueblo judío y todavía hoy sigue odiándole con odio implacable. Y ciertamente convenía que muriera por todos, para que en su cruz se llevara a cabo el perdón de los pecados y su sangre lavara las inmundicias del mundo.