¡Digamos adiós a la preocupación!

(Mateo 6,34: No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción)
Confiemos en el cuidado profuso,
de Dios que está siempre a nuestro favor;
más importante es seguir al Señor,
el resto que venga de modo infuso
y con lo material también incluso;
si confiamos en Él: ¡cero temor!

Somos la obra de su predilección;
¡digamos adiós a la preocupación!

Amén.