(Salmo 102,12-13: Mis días son como sombras que se agrandan, y me voy secando como la hierba. Pero tú, Señor, reinas para siempre, y tu Nombre permanece eternamente)
Lo que ahora vemos se acaba:
pronto quedamos sin fuerza,
no dura mucho belleza,
y blanca sale la barba;
el hablar se vuelve baba
porque los años ya pesan;
nuestra pasiones recesan
y poco somos en casa.
¡Sólo es Dios quien nunca pasa!,
escribió santa Teresa.