Si no hubieses venido a nosotros

(Lucas 5,32: Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan)
Si no hubieses venido a nosotros
y hubiesen sido otros los llamados,
tan sólo sería yo un desgraciado,
algo así como un perro sarnoso,

por el pecado, que es una sarna
putrefacta que todo roe e infecta 
y además que molesta e inquieta
todo en el interior, dentro del alma;

pero, por gracia, viniste a los sucios
como yo para hacer que seamos limpios,
como límpida agua de un arroyito
que convierte en lozano lo que es mustio.