Sin Jesús, apagado estoy

(Juan 1,26-27: Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia»)
Si no tuviéramos el sol,
en una brumosa frialdad
siendo yo el único farol,
grisácea sería la ciudad
y el campo perdería su rol
por causa de la oscuridad.
Ni aún pintado de charol
luz doy, si no hay proximidad
de Jesús, que tiene el control
completo de la claridad.

Sin Jesús, apagado estoy,
no puedo pretender brillar,
porque la luz yo no la doy,
sólo es Él quien la puede dar:
si es mi Señor, su espejo soy
y su luz puedo reflejar.

Amén.