Tu presencia

(Juan 1,29: Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo)
Tu presencia entre nosotros
me ha anunciado tu vocero;
ha hablado del pecado
que en nosotros está dentro,
pero me ha dado esperanza
con el arrepentimiento;
es por eso que a Ti acudo
porque liberarme quiero.
Ya me habló de tu bautizo:
Espíritu Santo y fuego;
de la redención ha dicho
que, sacrificial Cordero
de Dios, eres para el mundo;
y en ese mismo momento
en mi mente vi la imagen
de una cruz de dos maderos.
A pedirte, arrepentido
ante Ti, hoy, Señor, me atrevo,
que dentro de mi corazón
enraícen esos leños,
reverdezcan, echen flores
y su fruto me haga nuevo.

Amén.