Lectura orante del Evangelio del Jueves de la Semana 3 de Adviento: Lucas 7,24-30


Ilumina, Señor, nuestra mente y nuestro corazón con la luz de tu Santo Espíritu para que podamos orar tu Palabra, y que convirtamos en vida en nosotros el mensaje que ella nos trae. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 7,24-30: Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, Jesús se puso a hablar de Juan a la gente:

«¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, y más que un profeta. Éste es de quien está escrito: ‘He aquí que envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino’. Les digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él».

Todo el pueblo que le escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de él, frustraron el plan de Dios sobre ellos.

b) Contexto histórico y cultural

La ponderación de la función desempeñada por Juan el Bautista, uno de los personajes claves en esta parte del adviento, continua como tema de la predicación de Jesús a la gente luego de la partida de sus emisarios. El Bautista, que en ese momento estaba en la cárcel había concluido su misión de preparar el camino como predecesor y anunciador del Mesías, encontrándose en el umbral de lo que habría de ser una muerte cruel.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Ver

Señor, no se si es miopía
no verte a Ti en el que dista,
pero bien no está mi vista;
parece dolencia impía.

En el que parece inerte
por el humilde vestido,
y en cada desposeído,
Señor, yo pueda a Ti verte.

En ese que es bien sencillo,
en el que no tiene brillo,
y en todo aquel que no es fuerte,
pueda yo a Ti, Señor, verte.

En quien con todo su ser
asume, Señor, tu causa
y la proclama sin pausa,
Señor, yo te pueda a Ti ver.

Veinte por veinte, visión,
cuando en ellos te haya visto,
también podré verte, Cristo;
¡veré con el corazón!

Amén.

3. Oración

Dame ojos que vean, Señor.
Que pueda verte en los pobres,
en los sencillos, en los humildes,
y ser como ellos.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Abrir mis ojos y buscarte en todos,
principalmente en los pobres,
es mi compromiso de hoy, Señor.
Amén.