en toda mi vida,
como halo, aura, atmósfera de mí,
se me ha metido ahora dentro.
Ahora el halo es de dentro
y ahora es mi cuerpo centro
visible de mí mismo; soy, visible,
cuerpo maduro de este halo,
lo mismo que la fruta, que fue flor
de ella misma, es ahora la fruta de ella, flor.
La fruta de mi flor soy, hoy, por ti,
Dios deseado y deseante,
siempre verde, florido, fruteado,
y dorado y nevado, y verdecido
otra vez, estación total toda en un punto,
sin más tiempo ni espacio
que el de mi pecho, esta
mi cabeza sentida palpitante,
todo cuerpo, alma, míos
(con la semilla siempre
del más antiguo corazón).
Dios, ya soy la envoltura de mi centro,
de ti dentro.