no hay a mi paladar alguna cosa
como el bocado tuyo deleitosa,
que en tu gusto mis gustos apacientas.
Muero por Ti de hambre y te me ausentas;
no huyas de quien tiembla temerosa,
-que aunque morena, soy también hermosa-
cuando en mi pobre choza te aposentas.
Traga en tu lleno todo mi vacío
para que así enriquezcas mi pobreza
quedándote en el corazón de asiento.
Pues estando sin mí, quiere ser mío,
deja el retrato, amor, de su belleza
y quédese cerrado el aposento.