Laudes de la Sagrada Familia

(Domingo dentro de la Octava de Navidad o, en su defecto, el 30 de diciembre)

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Invitatorio:

Antífona: A Cristo, el Hijo de Dios, que vivió sumiso a María y a José, venid, adorémosle.

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso”».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: A Cristo, el Hijo de Dios, que vivió sumiso a María y a José, venid, adorémosle.

Himno:

Era pobre y silenciosa,
pero con rayos de luz;
olor a jazmín y a rosa
y el Niño que la alboroza:.
es la casa de Jesús.

Un taller de carpintero
y un gran misterio de fe;
manos callosas de obrero,
justas manos de hombre entero:
es la casa de José.

Había júbilo y canto;
ella lavaba y barría,
y el arcángel saludando
repetía de noche y día:
"Casa del Ave María".

Familia pobre y divina,
pobre mesa, pobre casa,
mucha unión, ninguna espina
y el ejemplo que culmina
en un amor que no pasa.

Concede, Padre, Señor,
una mesa y un hogar,
amor para trabajar,
padres a quienes querer
y una sonrisa que dar. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Los padres de Jesús solían ir todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.

Salmo 62, 2-9. El alma sedienta de Dios

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Los padres de Jesús solían ir todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.

Antífona 2: Jesús iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56. Toda la creación alabe al Señor

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor;
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre...)

Antífona 2: Jesús iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Antífona 3: Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía de él.

Salmo 149. Alegría de los santos

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía de él.

Lectura breve: Dt 5, 16

Honra a tu padre y a tu madre; así se prolongarán tus días y te irá bien en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

Responsorio breve:

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que fuiste obediente a María y a José.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

Cántico Evangélico:

AntífonaIlumínanos, Señor, con los ejemplos de tu familia, y dirige nuestros pasos por el camino de la paz.
Benedictus:

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

AntífonaIlumínanos, Señor, con los ejemplos de tu familia, y dirige nuestros pasos por el camino de la paz.

Preces:

Adoremos a Cristo, Hijo del Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y supliquémosle, diciendo:
Señor Jesús, tú que quisiste ser obediente, santifícanos.

Oh Jesús, Palabra eterna del Padre, que quisiste vivir bajo la autoridad de María y de José,
-enséñanos a vivir en la humildad y en la obediencia.

Maestro de los hombres, que quisiste que María tu madre conservara en su corazón tus palabras y tus acciones,
-enséñanos a escuchar con corazón puro y bueno las palabras de tu boca.

Oh Cristo, tú que creaste el universo y quisiste ser llamado hijo del artesano,
-enséñanos a trabajar con empeño y conciencia en nuestras tareas.

Oh Jesús, que en el seno de tu familia de Nazaret creciste en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres,
-concédenos crecer siempre en ti, que eres nuestra cabeza.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...

Oración:

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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