(Romanos 8,39: ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor)
No me aparte yo de tu amor, Señor;
no, no y no, por nadie ni por nada;
inmensa gracia ya me ha sido dada
por Dios Padre: Amor dándome amor.
Por eso, Señor, te pido el favor:
mantén mi alma, de ti, enamorada,
en tu camino siempre orientada,
lejos del error que trae el horror.
Señor, tu gran amor tan compasivo,
capaz, incluso, de morir por mí,
lo transmita yo a todo ser vivo;
y ya que he conocido amor así,
que retenerlo sea mi objetivo:
¡nada ni nadie me aparte de ti!
Amén.