Jesús, en la oración, también Maestro,
nos enseñó como orar a su Padre;
pienso en los términos con que Dios Padre
respondería a nuestro Padrenuestro:
"A ese hijo mío que en tierra aún está,
santifica allí tu nombre y tu vida;
sólo así, al Reino, tendrás la subida
a la que aspiras tener desde allá.
a la que aspiras tener desde allá.
Haces bien en pedir mi voluntad;
cúmplela en la tierra, tú, desde ahora,
beneficioso será en tu hora
que reconozcas ya mi potestad.
En cuanto al pan, siempre doy abundante
para el corazón y para la panza;
cuestiónate por qué es que no alcanza;
y, si en ti no hay respuesta, es inquietante.
Sobre ofensas, veré lo que dispones;
si, afligido, perdón pides, perdono;
siempre que en ti no haya ningún encono,
porque se condiciona a que perdones.
De tentaciones, las de Beelzebú,
protegerte yo trato y trataré;
con mis ángeles te protegeré;
pero haz tu parte: ¡no las busques tú!
Y, por último, acerca de ese mal;
no es invencible; mi Hijo lo venció
y con su triunfo la vía te dio;
hoy, hijo, cumple el pacto bautismal."
Amén.