(Lucas 1,46: María dijo entonces: Mi alma canta la grandeza del Señor)
Porque, en ti, Dios se ha fijado,
¡bienaventurada!, María;
tu sencillez le ha gustado,
tu dicha es ahora alegría.
Tu alabanza le fue de agrado
y, tú, maravillas verías,
pues tu humildad Él ha mirado
y, de su Hijo, Madre serías.
Donde unos buscan posiciones,
del Señor, te haces la esclava;
y es en tu espíritu de pobre
que Dios su gran bondad derrama.
Diferente a la de los hombres,
la justicia de Dios es clara:
los humildes van a la cumbre
y a los soberbios Dios los baja.
¡bienaventurada!, María;
tu sencillez le ha gustado,
tu dicha es ahora alegría.
Tu alabanza le fue de agrado
y, tú, maravillas verías,
pues tu humildad Él ha mirado
y, de su Hijo, Madre serías.
Donde unos buscan posiciones,
del Señor, te haces la esclava;
y es en tu espíritu de pobre
que Dios su gran bondad derrama.
Diferente a la de los hombres,
la justicia de Dios es clara:
los humildes van a la cumbre
y a los soberbios Dios los baja.