Un Ave María

(Lucas 1,43: ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?)
Un Ave María del corazón
ahora quiero dedicarte, María:
al recordar el saludo del ángel
puedo imaginar, en ti, la alegría;
alégrate, dijo, llena de gracia;
alégrame, te digo, Virgen mía;
Dios está contigo, te ha bendecido
de entre las mujeres a ti escogía
para encanarse el Verbo: Jesús,
que tu virginal vientre fue la vía;
por eso te llamo: Madre de Dios,
que al saludarte lo dijo tu tía:
"la madre de mi Señor me visita".
Ruega ahora con tu plegaria pía
por mí, que sigo siendo un pecador,
de la santidad, aún en lejanía;
ruega que cuando me llegue la muerte,
ya arrepentido de mi villanía,
pueda llamar a Dios como mi Padre,
hermano a Jesús, y a ti Madre mía.

Amén.