Lectura orante del Evangelio del Domingo (Ciclo C) de la Semana 4 de Pascua: Juan 10,27-30


Al orar con tu Palabra, te pedimos, Señor, que nos concedas tu Espíritu Santo para que nos asista con sus dones para comprender rectamente en mensaje que tu nos traes en este día, y para que, acogiéndolo en nuestro interior, nos dispongamos a vivirlo en nuestra cotidianidad. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 10,27-30: En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

b) Contexto histórico y cultural

Este pasaje acontece en el Templo de Jerusalén en ocasión de una de las fiestas religiosas judías, la fiesta de la Dedicación, que no era una festividad de peregrinación obligatoria, y que había sido instituida como una purificación al Templo por los Macabeos, luego de expulsar las tropas del rey Antíoco Epifanes, quienes habían profanado ese lugar. Jesús ha sido abordado por los judíos con la pregunta de si Él es el Mesías; la respuesta afirmativa, en la que prosigue con el tema del buen Pastor, habrá de ocasionar la ira y agresión de los judíos al Señor.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Buen Pastor

Escuché una canción,
solícito Buen Pastor,
que me llega al corazón
calmando todo temor;

me quita toda aflicción
y me hace sentir amor;
es una composición
cantada con mucho ardor.

La letra es de salvación
sobre un Pastor redentor
que nos ama con pasión
y que es nuestro protector.

Al oír la entonación,
supe que eres el cantor;
es tu voz, sin confusión,
Jesucristo, buen Pastor

3. Oración

Señor Jesús, buen Pastor

Señor Jesús, buen Pastor,
la escuché ayer, también hoy;
siempre la oiré, ¡tuya soy!;
tu dulce voz mana amor,
muy distinto al predador
que su llamada es un ruido.
Tu voz no es sólo sonido
desde las cuerdas vocales,
incluye, al ser especiales,
del corazón, el latido.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A escuchar la voz del Señor,
a reconocer a Jesús como mi guía,
mi pastor y mi salvador
estoy invitado a partir de hoy;
es mi compromiso, mi acción.
Amén.