(Marcos 4,3: ¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar)
Señor, no soy más que un erial,
árido, sin producir;
nada ya crece en mí;
mi interior, te pido arar;
después tendrás que abonar
pues muy falto estoy de ti;
y, si no entras al abrir,
aquí nada nacerá.
Semilla santa a sembrar:
Palabra de Dios en mí;
mi actitud le da raíz,
creer la hace germinar;
siguiente paso es cuidar
para que produzca mil:
hacer el bien, darme a mí;
¡campo listo a cosechar!
Amén.