Como quieras, Señor, como Tú quieras.
Tus mandatos jalonan mi destino,
tu voluntad me marca el buen camino;
tus palabras, Señor, son verdaderas.
Subiendo a tu Montaña, en las laderas,
he de herirme en las zarzas y el espino,
al cruzar el sendero clandestino,
que asciende a las celestes cordilleras.
Mucho habré de sufrir en tal embate,
por conquistar el lauro y la victoria,
con rudo batallar y larga lucha.
Tu voz, Señor, acuda en mi rescate;
alumbra con tu luz mi trayectoria.
Habla, Señor, porque tu siervo escucha.