Pregúntales si le buscan y hasta dónde llega su anhelo de hallarle.
Si le buscan con mucho ahínco, tranquilízalos, porque ya le han encontrado...
Dios dice a Pascal en las Meditaciones:
«Consolé toi, tu ne me chercherais pas si tu ne m'avais trouvé»
(Consuélate, no me buscarías si no me hubieras ya encontrado).
Pensamiento admirable, capaz de inundar de consuelo al espíritu más árido y desolado.
Pensamiento, por otra parte, de una sorprendente exactitud.
El que busca, en efecto, a Dios con ahínco es porque le ama, y el que le ama, ya le posee.
Amar a Dios y poseerle es todo uno.
Por eso el autor de estas líneas ha dicho en unos versos, glosando la frase del divino pensador francés:
«Alma, sigue hasta el final—en pos del Bien de los bienes— y consuélate en tu mal—pensando como Pascal—: «¿Le buscas? ¡Es que le tienes!»