Soy nada, si es que soy. Polvo consciente
asombrado de ser y no haber sido,
sin memoria de mí más que hasta un día
y sin poder ser yo más que hasta un límite
que no sé, cuya fecha desconozco.
¿Puedo dejar de ser después que vivo?
¿He podido no ser o he sido siempre
y he de seguir en algo que yo ignore?
¿Se perderá el recuerdo de la pena?
¿Se secará la música y la llama?
¿Vuelven las mismas rosas cada mayo
al mismo sol? ¿Es que no hay más que tiempo?
¿Dónde estaré cuando de mí me olvide
y no sepa si soy, si he sido nunca?
¿Dónde irá la conciencia que me habita?
¿O se evaporará, tal un perfume
en un vuelo de pájaro al misterio?
Y mi después de ser me abrasa el gusto,
porque, Señor, no puedo, y tú lo sabes,
Tú conoces la angustia que me cuesta
dejar todo a tu cargo y tu desvelo.
¡Cree mi corazón, y no le basta
a mi razón su fe! Soy ambas cosas
y voy luchando en mí por encontrarme,
por serenarme en Ti y entender algo.
Tú comprendes mi empeño y le sostienes:
me llevas mar adentro de mi entraña
sin compasión para mis pobres manos
en carne viva de minar mi sangre.
¡Y sé que estás! Ya Te oigo más presente,
siempre algo más allá de donde cavo.