Lectura orante del Evangelio del Jueves de la Semana 32 del Tiempo Ordinario: Lucas 17,20-25


Al iniciar la lectura orante del Evangelio de hoy, pedimos, Señor, que nos infundas de un modo especial tu Santo Espíritu para que cuanto nos has querido comunicar en este día inunde nuestras mentes y corazones y nos dispongamos a convertirlo en obra en nuestro diario vivir. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Lucas 17,20-25: En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros».

Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación».

b) Contexto histórico y cultural

Jesús responde a una pregunta de los fariseos acerca de la llegada del Reino de Dios; la respuesta: ya está aquí. Nos corresponde a nosotros reconocerlo con los ojos de conversión que muchos de ellos no tuvieron.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

El Reino

Vendrá, pero también ya está,
la presencia de ese Reino
que en nosotros va creciendo
y ya hasta se puede palpar.

No es sólo para el más allá:
quien, de Jesús, siente el aliento
y su presencia en el viento,
ese ya está en él desde acá.

3. Oración

Tu Reino

Aquellos tiempos los disfrutaría,
pero en nosotros no estás en ausencia
porque, en mí, estos pueden ser tu días,
Señor, y de tu Reino la presencia,
si es que la salvación yo la hago mía.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A considerarme y vivir
el Reino de Dios desde ahora
se me invita en el día de hoy;
esa es mi acción,
con tu ayuda, Señor.
Amén.