De tu Espíritu, el auxilio,
Padre, nos asista en este tiempo
en que leeremos en rezo
en el Evangelio de tu Hijo
lo que Él con sus actos nos dijo;
para que, al asumirlo como nuestro,
lo convirtamos en hechos
y sigamos su camino.
Amén.
1. Lectura
a) Texto del día
Mateo 14,22-33: Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante Él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».
Mateo 14,22-33: Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante Él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».
b) Contexto histórico y cultural
Después de sanar enfermos y multiplicar los panes, al compadecerse de la gente, Jesús ha despachado en la barca a sus discípulos y se ha quedado solo, orando, después de despedir a la multitud. Es entonces que, ya de noche, camina sobre las aguas y alcanza la barca con los discípulos en el lago.
2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)
Tú me dijiste ven
Señor, Tú me dijiste ven,
tras aquel ímpetu inicial,
y fue un penoso vacilar
ese que me llevó a caer.
En mí mismo me sustenté,
tremendo error casi mortal,
puesto que comencé a afondar
al recordar mi pequeñez.
De ti viene también la fe,
dámela para no dudar;
retomaré aquel caminar,
mándame ir a ti nueva vez.
Señor, Tú me dijiste ven,
tras aquel ímpetu inicial,
y fue un penoso vacilar
ese que me llevó a caer.
En mí mismo me sustenté,
tremendo error casi mortal,
puesto que comencé a afondar
al recordar mi pequeñez.
De ti viene también la fe,
dámela para no dudar;
retomaré aquel caminar,
mándame ir a ti nueva vez.
3. Oración
Miedo
Señor, ¡qué miedo!
ante este evento
que es un mal viento;
¿cómo procedo?
Seguir, no puedo,
si no te siento;
dame tu aliento
que infunda el credo.
No es desespero,
pero en las sienes,
dolor, no quiero.
Entre vaivenes,
sufriendo espero;
¿cuándo es que vienes?
Amén.
Señor, ¡qué miedo!
ante este evento
que es un mal viento;
¿cómo procedo?
Seguir, no puedo,
si no te siento;
dame tu aliento
que infunda el credo.
No es desespero,
pero en las sienes,
dolor, no quiero.
Entre vaivenes,
sufriendo espero;
¿cuándo es que vienes?
Amén.
4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).
5. Acción
A la confianza y la fe en Jesús
se me invita en el día de hoy;
esa es mi acción:
¡confío en Ti, Señor!
Amén.
se me invita en el día de hoy;
esa es mi acción:
¡confío en Ti, Señor!
Amén.