Lectura orante del Evangelio del Miércoles de la Semana 13 del Tiempo Ordinario: Mateo 8,28-34


De mi mente quita el manto

Ven Espíritu Santo
y de mi mente quita el manto
que impide el entendimiento;
pues quiero conocimiento
del mensaje sacrosanto
ya que con él me levanto;
ayúdame a su cumplimiento,
viviéndolo sin fingimiento.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Mateo 8,28-34: En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos». Él les dijo: «Id». Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término.

b) Contexto histórico y cultural

Gadara, según el historiador judío del primer siglo de la era cristiana Flavio Josefo, era una ciudad griega que pertenecía a la Decápolis, que era una región al este del Mar de Galilea; es decir, que estaba situada en una región pagana; eso explica los aspectos incompatibles con la fe de los judíos que aparecen en el pasaje, como la crianza de los puercos y el contacto de personas con los sepulcros.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Quiero tener que ver contigo

Señor, quiero tener que ver contigo,
sólo así puedo vencer esa legión;
y como me combate sin compasión,
te pido me protejas, buen amigo.

Sólo contigo puedo estar tranquilo:
todos los males salen, ya no hay temor;
sosiego y paz me inundan, y siento amor;
otro ser soy, seguir así, te pido.

A todos diré qué hiciste conmigo:
limpieza completa de mi corazón;
y del Evangelio de la salvación,
permíteme, Señor, ser tu testigo.

Jesús, Hijo de Dios el Altísimo:
¡para siempre yo quiero estar contigo!

Amén.

3. Oración

Tu protección, Señor,
contra las fuerzas del mal,
necesitamos en todo momento,
para vencer el acoso a que son sometidos
los que emprenden el camino de seguirte;
para ello, Señor, contamos con el poder de tu Santo Nombre,
y la protección que nos proporciona tu preciosísima sangre.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Sabernos protegido por Jesús,
porque soy su amigo e hijo de Dios,
es mi acción desde hoy.
¡Tuyo soy, Señor, y protegido estoy!
Amén.