Lectura orante del Evangelio del Jueves de la Semana 13 del Tiempo Ordinario: Mateo 9,1-8


Infúndenos, Señor, tu Espíritu Santo en este tiempo de oración con tu Palabra que ahora iniciamos, para que la luz del conocimiento divino alcance nuestras mentes, y que nuestros corazones sean limpiados para recibir de modo entusiasta el mensaje que hoy nos envías, convirtiéndolo en vida con ardor. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Mateo 9,1-8: En aquel tiempo, subiendo a la barca, Jesús pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando». Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice entonces al paralítico—: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

b) Contexto histórico y cultural

Por su habilidad en la escritura, para los hebreos, los escribas eran los encargados de efectuar las copias de las Sagradas Escrituras; esta función fue posteriormente ampliada y se les reconocía como los doctores o intérpretes de la ley. Al entender que era una función exclusiva de Dios, no ven con buen agrado que Jesús perdonase los pecados del paralítico.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Sucio por dentro y enfermo por fuera

Sucio por dentro y enfermo por fuera,
llegar hasta ti, no creo que pueda;
oyeron de ti, me han dado esperanza,
y me conducen con mucha confianza.

Eres respuesta a mi larga espera,
llegar hasta ti es anhelo que queda.
¡Obstáculos!, ¿será vano este intento?;
¡muchas caídas que son desalientos!

Se animan, me animan, vamos, ahí vamos...
caemos, ya seguimos... cerca estamos;
mucho el esfuerzo, pero hemos llegado;
ante tus pies ya me encuentro postrado;
te apenas, Señor, y mi alma me lavas
y, sin ser poco, el cuerpo me sanas.

3. Oración

No tengo ninguna duda

Señor, de tu divinidad
no tengo ninguna duda;
has venido como ayuda
del Padre, trayendo bondad;

por eso te pido limpiar
esta suciedad inmunda
que en el alma me inunda
y, a la vez, mi cuerpo sanar.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A reconocer a Jesús
como Dios encarnado,
para el perdón de mis pecados,
capaz de sanarme
y darme la salvación,
estoy invitado en este día.
¡perdóname, sáname y sálvame, Señor!
Amén.