Lectura orante del Evangelio del Martes de la Semana 16 del Tiempo Ordinario: Mateo 12,46-50


Ven a mí, Espíritu de Dios

Ven a mí, Espíritu de Dios,
necesitamos de tu luz
para orar a Jesús
con la Palabra de amor
que Él mismo dejó;
danos el ánimo que sólo das Tú,
para vivir su Evangelio como virtud.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Mateo 12,46-50: En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte». Pero Él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

b) Contexto histórico y cultural

Jesús se encuentra rodeado de la muchedumbre, atareado en el desempeño de aspectos de su misión: la predicación del mensaje relativo al anuncio de la llegada del Reino, la sanación de enfermos y liberación de los oprimidos y poseídos por las fuerzas del mal. El tiempo para las cosas personales, como la familia e incluso la alimentación, ha pasado a un segundo plano. Es por eso que sus parientes muestran una comprensible preocupación y tratan de verle.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Señor, admiro a tu madre

Señor, admiro a tu madre
porque, con corazón sano,
tu crianza tuvo a su cargo
como lo quiso Dios Padre;

¡obediente formidable!,
no importa el riesgo del paso,
pues, acatar el encargo
de Dios, es más importante.

¡Cuánto esmero al cuidarte
María tuvo en sus manos,
contigo al hacerte humano,
cuando de su vientre naces!

Por sus dotes ejemplares
es que Mamá yo le llamo;
porque quiero ser tu hermano
para que Tú así me llames.

Amén.

3. Oración

Un Ave María

Un Ave María del corazón
ahora quiero dedicarte, María:
al recordar el saludo del ángel
puedo imaginar, en ti, la alegría;
alégrate, dijo, llena de gracia;
alégrame, te digo, Virgen mía;
Dios está contigo, te ha bendecido
de entre las mujeres a ti escogía
para encanarse el Verbo: Jesús,
que tu virginal vientre fue la vía;
por eso te llamo: Madre de Dios,
que al saludarte lo dijo tu tía:
"la madre de mi Señor me visita".
Ruega ahora con tu plegaria pía
por mí, que sigo siendo un pecador,
de la santidad, aún en lejanía;
ruega que cuando me llegue la muerte,
ya arrepentido de mi villanía,
pueda llamar a Dios como mi Padre,
hermano a Jesús, y a ti Madre mía.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Ser tu hermano

Ser tu hermano, Cristo,
María mi modelo,
más que un anhelo
ahora, es mi objetivo;
para conseguirlo
requiero de esfuerzo,
yo solo no puedo,
Señor, dame auxilio.

Amén.