Lectura orante del Evangelio de la Fiesta de Santo Tomás, Apóstol: Juan 20,24-29


A los Apóstoles, tu Espíritu les dio dones

A los Apóstoles, tu Espíritu les dio dones,
para que cumpliesen sus misiones;
en esta fiesta de uno de tus enviados
queremos también ser afortunados,
y que tu Santo Espíritu nos de sus dones
al orar el Evangelio que hoy nos propones,
para que captemos el mensaje claro
y que en nuestra vida sea aplicado.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 20,24-29: Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».

b) Contexto histórico y cultural

Tomás que no estaba junto a los demás discípulos cuando se apareció el Señor el Domingo de resurrección manifiesta una incredulidad inicial que es compensada con su sublime expresión de máxima fe al verle: ¡Señor mío y Dios mío!

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Apóstoles

Apóstoles, los emisarios,
que en esa divina misión
anunciaron la salvación
a un mundo muy necesitado;
al momento de ser llamados
escucharon la viva voz
del mismo Cristo, Hijo de Dios,
convirtiéndoles en enviados;
y, aceptando aquel encargo,
bendita fue la decisión;
sin consulta ni discusión
no hubo que esperar ni un rato.
Ahora somos el reemplazo,
apóstoles del mundo de hoy;
les pedimos su intercesión
para realizar el trabajo
como lo hizo el grupo de antaño,
y que yo mismo, hoy, diga "voy"-

Amén.

Paz que calma angustias

Es paz que calma angustias
en el medio del terror,
del corazón, dolor
por esperanzas mustias.

Se esfuman las penurias
apareció el Señor:
¡la gloria del Tabor!;
la muerte, en Él, no triunfa.

3. Oración

¡Señor mío y Dios mío!

A quien sin verle ha creído,
al resucitar glorioso,
el Señor llama dichoso;
es fe, divino sentido
que, en simiente, dado ha sido,
aunque a veces está en estío.

Es a Cristo el señorío,
de tal modo a Él sentirle
que nos lleve a decirle:
¡Señor mío y Dios mío!

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Paz y fe son las motivaciones de la Palabra de Dios en este día;
la paz que sólo da Cristo,
y la fe en su resurrección;
las dos son don de Dios;
por ellas te doy gracias, Señor,
para que sean mis acciones desde hoy.
Amén.