Lectura orante del Evangelio del Martes de la Semana 7 de Pascua: Juan 17,1-11a


De mi mente quita el manto

Ven Espíritu Santo
y de mi mente quita el manto
que impide el entendimiento;
pues quiero conocimiento
del mensaje sacrosanto
ya que con él me levanto;
ayúdame a su cumplimiento,
viviéndolo sin fingimiento.

Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 17,1-11a: En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.

Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti».

b) Contexto histórico y cultural

Comienza aquí la sección mas densa y profunda de la charla de sobremesa que, a modo de despedida, Jesús ha estado dirigiendo a sus discípulos en el entorno de la Última Cena; ahora sus palabras, que incluyen oración, son dirigidas directamente al Padre, como en un discurso de rendición de cuentas de quien está concluyendo una misión o tarea asignada.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Padre, tu Hijo me ha contado de ti

Padre, tu Hijo me ha contado de ti;
ahora tengo ansias de la vida eterna,
y ser parte de la relación tierna
que mantendremos al llegar allí.

Que Tú y Él son uno, me ha hablado así;
su Palabra, que es tuya, ¡cuánto alienta!
y, de Ustedes, mi mente tan hambrienta
ha dejado, que ya hoy quiero ir allí.

3. Oración

Protégenos y ayúdanos, Señor,
en nuestro diario caminar en este mundo;
para poder andar por el lodo sin enlodarnos,
y en medio de las tinieblas, llevar tu luz sin apagarnos.
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A saber que somos propiedad de Cristo,
estamos invitados en este día;
a actuar como hijos del Padre de Jesús.
Es mi acción, con la ayuda de Dios.
Amén.