Desciende ahora, Espíritu Santo,
y rebosa con tus dones
a nuestros corazones,
para quitar obnubilación y manto
al mensaje sacrosanto
que en la Santa Palabra expones,
purifique nuestras intenciones
y calme y evite actual y futuro llanto.
Amén.
1. Lectura
a) Texto del día
Juan 16,5-11: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado».
Juan 16,5-11: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado».
b) Contexto histórico y cultural
En la inminencia de su partida de este mundo, Jesús continúa hablando a sus discípulos con la profundidad de un tono de despedida, pero sin tristeza, más bien infundiendo confianza, fortaleza y esperanza. La promesa del Espíritu Santo, continúa siendo el fundamento para la continuidad del plan de salvación del mundo, en lo sucesivo con la participación de lo que será su Iglesia, donde los discípulos serán el grupo inicial.
2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)
Solo, yo no estoy
Solo, yo no estoy, Señor;
el Paráclito está aquí,
hálito enviado por ti
como auxilio y defensor;
indispensable instructor
que me orienta en cada acto
a evitar lo putrefacto
y desde el bautismo está en mí;
hoy, para sentirte a ti,
indispensable contacto.
3. Oración
Solo, yo no estoy, Señor;
el Paráclito está aquí,
hálito enviado por ti
como auxilio y defensor;
indispensable instructor
que me orienta en cada acto
a evitar lo putrefacto
y desde el bautismo está en mí;
hoy, para sentirte a ti,
indispensable contacto.
3. Oración
Ven divino Paráclito
Ven divino Paráclito
da luz en la obscuridad
que ilumine mi camino
cuando halle dificultad;
defiéndeme de lo externo,
del maligno y la maldad;
protégeme de lo interno,
de mí mismo y falsedad;
endereza mis desvíos,
hazme hervir en la frialdad;
dame siempre fe y confianza
en Dios y su potestad,
y que no falte en mi vida
ni el amor ni caridad.
Amén.
4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).
5. Acción
A la alegría por el defensor,
el Espíritu Santo,
regalo del Padre y el Hijo,
estoy invitado en este día,
en este tiempo,
toda mi vida;
alegre estoy
por el Paráclito consolador.
Amén.
el Espíritu Santo,
regalo del Padre y el Hijo,
estoy invitado en este día,
en este tiempo,
toda mi vida;
alegre estoy
por el Paráclito consolador.
Amén.