Lectura orante del Evangelio del Jueves de la Semana 3 de Pascua: Juan 6,44-51


El entendimiento sabio que sólo puede proveer el Espíritu Santo, pedimos, Señor, en este momento de oración con tu Palabra de este día; para que interpretemos el verdadero sentido del mensaje que nos traes en el texto de hoy, y para que nos dispongamos a aplicarlo con entusiasmo en nuestra cotidianidad. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 6,44-51: En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

b) Contexto histórico y cultural

Sigue el discurso del Pan de Vida con que Jesús expone a la multitud el real significado de la señal realizada al multiplicar los panes el día anterior, y que le han seguido a la otra orilla del lago, gratamente impresionados por la abundancia de comida en aquella ocasión.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Pan que es carne

Pan que es carne, de harina celestial;
es desde el cielo un obsequio divino,
puesto que de Dios es de quién provino
y que lo ofrece a todos por igual.

Al consumirlo me puedo salvar;
es alimento para ese camino
que me conduce a feliz destino
que es, con Cristo, poder siempre estar.

Amén.

3. Oración

Como dice tu Palabra, Señor,
¡dame siempre de ese Pan!;
así podré comerlo y no morir
para estar siempre contigo.

Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

A comer del pan celestial,
del Pan vivo bajado del cielo,
a Jesús, presente en la Palabra,
en los Sacramentos,
principalmente en la Eucaristía,
estoy llamado a partir de este día;
tu Espíritu Santo actuando en mi, pido, Señor,
para nunca retroceder en esta acción.
Amén.