Lectura orante del Evangelio del Martes de la Semana 2 de Pascua: Juan 3,7-15


En este momento de oración con la Santa Palabra de Dios, que comenzamos ahora, invocamos al Espíritu Santo para que nos asista iluminando nuestra mente y nuestro corazón para entender y acoger el mensaje que el Señor nos envía en este día, y para que nos anime a convertirlo en obra en la vida de cada uno de nosotros. Amén.

1. Lectura

a) Texto del día

Juan 3,7-15: En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «No te asombres de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu». Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?». Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna».

b) Contexto histórico y cultural

Continúa el dialogo secreto que Nicodemo ha procurado con el nobel Maestro llamado Jesús, en una visita que este último ha realizado a Jerusalén en ocasión de una fiesta de Pascua. Este influyente fariseo ha quedado impresionado con lo que ha oído de este galileo, y para conocerlo personalmente y escuchar sus enseñanzas, ha concertado una entrevista bajo la oscuridad de la noche, para evitar ser visto.

2. Meditación (para leer lenta y pausadamente; deteniéndose a meditar y saborear cada palabra, cada verso y cada estrofa, relacionándolos con el Evangelio del día y con nuestra vida)

Cuéntame las cosas del cielo

Señor, cuéntame las cosas del cielo;
qué digas, no me será un alboroto,
aunque a algunos parezca terremoto
porque oscura tienen su mente en velo.

No son para entender con simples sesos,
razonamientos complejos tampoco;
pues cualquier doctorado sería poco
si de incredulidad ya somos presos.

Tú me has pedido que nazca de nuevo;
pero de lo alto, y no de este foso;
que desechando lo pecaminoso
sea, de ti, en lo adelante, un renuevo.

Amén.

3. Oración

Señor Jesús,
Hijo de Dios,
que viniste al mundo
como un hijo de hombre,
tu resurrección es la victoria
definitiva del bien sobre la muerte,
y quieres compartirla todo el que en ti crea,
para que así alcance contigo la vida eterna;
danos la dicha,
Señor, de tu presencia,
ayúdanos a ser ahora tus testigos
para también poder resucitar contigo
Amén.

4. Contemplación (en un profundo silencio interior nos abandonamos por unos minutos de un modo contemplativo en el amor del Padre y en la gracia del Hijo, permitiendo que el Espíritu Santo nos inunde. En resumen, intentamos prolongar en el tiempo este momento de paz en la presencia de Dios).

5. Acción

Creer en el resucitado,
confiar en su Palabra,
es mi compromiso de hoy;
lo cumpliré con la ayuda de Dios.
Amén.