Ya va a caer la tarde. El sol declina.
Una noche muy negra se avecina
y María y José tiemblan de frío.
Nadie les va a acoger. Hay tal gentío
que no encuentran posada. Se adivina
una repulsa avara, ruín, mezquina,
saturada de burlas y vacío.
¿Es Navidad? Jesús, el Rey del Cielo,
sólo encuentra cobijo entre la paja
de un oscuro portal. ¡Triste retablo!
Y en un rasgo de amor y santo anhelo,
a tal punto se humilla y se rebaja
que nace en el pesebre de un establo.