A la Virgen

(Del poeta, músico y autor teatral español Juan de Encina (1468-1529))
¿A quién debo yo llamar
vida mía,
sino a tí, Virgen María?

Todos te deben servir,
virgen y madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vevir.
Nunca me verán decir
vida mía,
sino a ti, Virgen María.

Duélete, Virgen, de mí,
mira bien nuestro dolor,
que este mundo pecador
no puede vevir sin ti.
No llamo desque nací
vida mía,
sino a ti, Virgen María.

Tanta fué tu perfeción
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quien fué nuestra redención.
No hay otra consolación,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.

El tesoro divinal
en tu seno se encerró,
tan precioso que libró
todo el linaje humanal.
¿A quién quejaré mi mal,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.

Tú sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz;
tú alumbraste nuestra luz,
Dios de ti nacido fué,
nunca jamás llamaré
vida mía,
sino a ti, Virgen María.