Señor, hacia atrás vuelvo la mirada,
y allí estás, no en alguna renovada
estampa de mi historia, nuevamente;
sino en la perspectiva azul, latente,
visible en la sutil niebla dorada
que se alza entre el ayer y esta jornada,
hecho luz del recuerdo, olor, ambiente.
No en lo lejano, sí en la lejanía;
te veo, no en las cosas, en los lentos
cambiantes de los cielos de mi historia.
Canta el tiempo que huyó tu melodía;
te oigo en la antigua lluvia de momentos
como en rumor de un río en la memoria.