Si quieres sufrir con paciencia las adversidades y miserias de esta vida,
seas hombre de oración.
Si quieres alcanzar virtud y fortaleza para vencer las tentaciones del enemigo,
seas hombre de oración.
Si quieres mortificar tu propia voluntad con todas sus aficiones y apetitos,
seas hombre de oración.
Si quieres conocer las astucias de Satanás, y defenderte de sus engaños,
seas hombres de oración.
Si quieres vivir alegremente y caminar con suavidad por el camino de la penitencia y del trabajo,
seas hombre de oración.
Si quieres ojear de tu ánima las moscas importunas de los vanos pensamientos y cuidados,
seas hombre de oración.
Si la quieres sustentar con la grosura de la devoción y traerla siempre llena de buenos pensamientos y deseos,
seas hombre de oración.
Si quieres fortalecer y confirmar tu corazón en el camino de Dios,
seas hombre de oración.
Finalmente, si quieres desarraigar de tu ánima todos los vicios y plantar en su lugar las virtudes,
seas hombre de oración;
porque en ella se recibe la unción y gracia del Espíritu Santo, la cual enseña todas las cosas.
Y demás de esto, si quieres subir a la alteza de la contemplación y gozar de los dulces abrazos del Esposo,
ejercítate en la oración, porque éste es el camino por donde sube el ánima a la contemplación y gusto de las cosas celestiales.
Ves, pues, de cuánta virtud y poder sea la oración?