elevándose al son de los clarines.
Albos coros de alados querubines,
que anunciarán la luz del nuevo día.
Cristo asciende y allá, en la lejanía,
una nube de heráldicos carmines
lo nimba en los etéreos confines,
ocultando su rauda travesía.
Ingrávida Ascensión,triunfo rotundo...
Hombres de Galilea,¿no habéis visto
los celestes umbrales entreabiertos?
Con majestad suprema, al fin del mundo,
desde allí ha de venir el mismo Cristo
a juzgar a los vivos y los muertos.